Relato corto: Mis últimas palabras

Así acaba todo.

Ante mí, nada más que la inmensidad del espacio. Infinito. Vacío.

Supongo que siempre me imaginé el espacio distinto, lleno de estrellas luminosas, nubes de gas que medían miles de kilómetros, planetas, anillos…

¡Malditas fotos! Una de las primeras cosas que aprendes antes de viajar al espacio es que las cosas no son como te pensabas. El espacio es vacío, oscuro, frío y prácticamente infinito. Pero una parte de ti, la parte que te ha impulsado a llegar hasta ahí mantiene esa visión platónica sobre el espacio de las películas de ciencia ficción.

Pero voy a morir. Y jamás veré una imagen así. Sólo negro.

No puedo localizar mi nave. La explosión tiene que haberme expulsado con una gran velocidad. Si la encontrase quizás pudiese activar mi radio para dar un aviso y usar el oxígeno restante para corregir mi trayectoria… ¿A quién pretendo engañar? Sé que no hay escapatoria. No tengo ninguna referencia para saber a qué velocidad voy, ni dónde estoy, ni a dónde debería de ir. Pero supongo que es un sentimiento muy humano pensar siempre que te puedes salvar. Pero tengo que ahorrar mis pensamientos. Cada movimiento, cada respiración que hago me pone más cerca del final.

Aunque… supongo que eso le pasa a todo el mundo. Cada segundo que pasa es un segundo menos, un segundo que nunca recuperaremos. Pero sin embargo pensamos tan poco en ello… Supongo que como especie no podríamos avanzar pensando constantemente en la muerte y en lo efímera que es la vida.

Podría mover mi brazo para ver en la pantalla del traje cuánto oxígeno me queda. Pero me duele todo el cuerpo, probablemente tenga varios huesos rotos de la explosión, y… tengo miedo. Tengo mucho miedo de ver que mi tanque de oxígeno ha sido dañado durante el accidente y que ya he agotado todo el aire disponible. Tengo miedo de ver que mi filtro de CO2 se ha roto y estoy siendo envenenado por mi propia respiración. Pero sobre todo, tengo miedo de comprobar que todo está bien y ver que me quedan todavía horas o incluso días de suministro en el traje. Que tengo que vagar por la infinidad del espacio solo, hasta que la locura me consuma y abra el traje sufriendo una de las muertes más horribles que nadie podría imaginar.

Estas son mis últimas palabras y tengo miedo de que duren demasiado.

¡Ja! ¡Mis últimas palabras, y ni siquiera las estoy diciendo! ¡Está todo en mi cabeza!

De nada serviría hablar, sólo gastaría más aire. Nadie puede escucharme. Aunque…

Podría activar la radio. Mandar un mensaje. Quizás me escucharían. ¡No! ¡Seguro que me escucharían! Si ahorro mi oxígeno y mi electricidad para la calefacción y nada ha sido dañado en la explosión podría aguantar hasta que una nave venga y… Ya estoy diciendo tonterías otra vez… Nadie va a venir a buscarme. Una misión así sería imposible de planificar a tiempo, y eso suponiendo que mi mensaje llegase a alguien… Aunque podría usar la radio para enviar un mensaje de despedida a mi familia. Una última oportunidad de que alguien lo reciba y se lo haga llegar… ¡Mi familia! ¿Cómo no he podido pensar en ellos hasta ahora? Tantas caras que se me acumulan… Familia, amigos, mi pareja… me cuesta recordar sus nombres, sus caras se me entremezclan, no puedo recordar a nadie. Seguramente el CO2 ha empezado a subir. Algo no está bien en mi traje…

¿Y de qué me serviría que estuviese bien? ¿Unas cuantas horas más de sufrimiento mirando al vacío y pensando en la nada?

Quizás debería de abrir el visor. Ver por primera y última vez las estrellas sin ningún tipo de filtro protector, como nunca nadie las ha visto. Dejar que el vacío penetre en mi traje y aceptar mi destino. Ver este inmenso vacío que me atrapará para toda la eternidad sin barreras.

Sin nada que…

me lo impida…

ver lo que tanto ha fascinado siempre…

al ser humano…

sin nada…

vacío…

Deja un comentario