Relato corto: Los primitivos

La gran nave espacial orbitaba el planeta a unos 200 kilómetros de altitud. La gran esfera rocosa se encontraba salteada de todos azules, verdes, blancos y marrones. Xin estaba mirando el esférico mundo a través de la gran cúpula transparente del puesto de observación. Era una sensación muy curiosa. Por un lado, el planeta era similar a la tierra: los tonos, la actividad atmosférica, los datos que habían enviado los sensores… Era muy fácil distinguir continentes, océanos, ríos y montañas. Pero por otro lado, no había ninguna forma geográfica que le recordase a su mundo natal. La geóloga principal de la nave, y encargada de la exploración, dejó de examinar la superficie de ese mundo, todavía sin nombre excepto por la definición genérica dada por el sistema de telescopios de la Tierra, y se dedicó a analizar los informes de los satélites que habían sido puestos en órbita siguiendo el procedimiento habitual.

El planeta, designado por los astrónomos de la Tierra como TE-0018-3 contenía una atmósfera rica en oxígeno, demasiado rica para que los humanos pudiesen prosperar sin problemas, pero con una composición de gases bastante similar a la Tierra: bastante nitrógeno, un poco de dióxido de carbono y algunas trazas de gases nobles. El mundo que estaban orbitando tenía también distintos climas que iban desde el desértico al polar, contando con una gran variedad de zonas húmedas, templadas y secas. La actividad volcánica y tectónica era ligeramente elevada, comparada con la Tierra, indicando que aquel mundo era todavía joven, en términos geológicos.

Una puerta que se encontraba en el lado opuesto de la sala se deslizó y un hombre joven y que vestía un simple traje blanco liso de una pieza entró con paso acelerado portando una pequeña pantalla flexible en su mano. Llevaba la cabeza completamente rapada y unas finas gafas en las que unos pequeños focos le proyectaban información en los cristales de forma fácil de leer.

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